En el día a día, muchos de los pacientes que llegan al consultorio son hombres de 40 años o más, con lesiones ligadas a la práctica de fútbol, ya sea de manera amateur o recreacional. En esta población existe un problema muy común: ir a jugar cada fin de semana como si estuviesen realmente preparados para hacerlo, y ahí es donde ocurren las diferentes lesiones que estamos acostumbrados a ver en kinesiología.
El entrenamiento en hombres mayores de 40 no solo es fundamental para mantener la salud general, sino también para preparar al cuerpo para las exigencias reales del fútbol y tratar de reducir el riesgo de lesiones.
A partir de esta edad, es normal que disminuyan capacidades fundamentales como la fuerza, la flexibilidad y la velocidad. Estos cambios no significan dejar de jugar, sino adaptar y preparar el cuerpo para seguir disfrutando del deporte sin pagar el precio de una lesión que pueda impactar la vida diaria y laboral.

El entrenamiento adecuado ayuda a:
- Fortalecer la musculatura que protege articulaciones como rodillas, tobillos y caderas.
- Mejorar la movilidad y la flexibilidad, evitando sobrecargas.
- Aumentar la estabilidad y el equilibrio, claves en cambios de dirección y saltos.
- Optimizar la técnica de movimiento, reduciendo gestos inseguros.
- Prevenir lesiones típicas de +40, como desgarros, tendinopatías, esguinces o lesiones meniscales.

Cuando un jugador entra a la cancha sin preparación, su cuerpo no está listo para las aceleraciones, frenadas, giros rápidos o impactos propios del fútbol. Y ahí es donde aparecen lesiones que, a esta edad, tardan más en recuperarse y pueden traer consecuencias a largo plazo: pérdida de función, dolores crónicos o limitaciones para actividades cotidianas.
La kinesiología propone un enfoque integral: realizar una evaluación física con el objetivo de detectar puntos débiles, para luego realizar un plan de entrenamiento adaptado a cada persona y su historia corporal, haciendo énfasis en trabajar la fuerza, movilidad, coordinación, estabilidad y resistencia. Es un enfoque que no solo busca mejorar el rendimiento, sino cuidar el cuerpo para que el deporte sea disfrutable, seguro y sostenible en el tiempo.
Como conclusión, destaco la importancia de que el entrenamiento no sea algo opcional, sino que se convierta en un hábito sostenido. Entrenar de forma regular no solo mejora el rendimiento, sino que también prepara al cuerpo para seguir disfrutando del deporte que más te gusta de una manera más segura, evitando lesiones y potenciando tu bienestar a largo plazo. Es una inversión en vos, en tu salud y en tu disfrute futuro.